sábado, marzo 28, 2009

Excitación

es lo que siente Cristian Duque cuando las mareas de la información lo sacuden hacia abajo pero, más que todo, hacia arriba, muy arriba. Todos los datos conocidos se convierten en ideas, proyectos, contratos. Sin importar que se cumplan o no, la ocasión de la realización es insoportablemente extática. Agradece que una mente pueda recrear sensaciones usualmente mejor que la propia experiencia; la imaginación revolotea esquizofrénica sobre las mesas de cafés que realmente existen, y es que si no fuera así yacerían destruidas por un ruido infernal: aquel del movimiento vertiginoso, música diabólicamente buena, almas que intentan cruzar la piel, esa húmeda interface (lo que explica la cantidad de accidentes, mancha en el dorso de la mano derecha, y la vulnerabilidad presunta al contacto con el rostro). Nada calma la agitación física que arrastra con el sueño y la tranquilidad mejor que un huracán que no es correctamente administrado por el gobierno de turno. Excitación es el nombre de una fuerza inmencionable que hace lo que se le da la gana y sólo se irá atendiendo su insosegable capricho.